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Hace días hablaba con un paciente sobre las elecciones que hacía en su vida (sobre las decisiones que tomaba en su día a día) para resolver problemas o para afrontar determinadas situaciones.
Como suele ocurrir en la mayoría de los casos, cuando una persona se ve superada por un conflicto y se deja llevar por sus emociones, no ve con claridad lo que está ocurriendo. Como dijimos en uno de los vídeos de nuestro canal de YouTube, es como una maraña difícil de desenredar.
Este paciente solía tomar decisiones en las que salía perdiendo claramente, sólo para “vengarse” de las personas que sentían que le hacían daño. En otras ocasiones, elegía evitar el problema, huir, escapar…
Era el momento perfecto para hablarle del ganar-ganar, del yogano-túganas. Y aprovecho para compartirlo aquí también.
Este principio es básico para tener interacciones positivas con otras personas. Pero para llegar hasta ese punto hay que tener varias cosas en cuenta. La primera, fundamental, es que debemos conocer en el sentido profundo de la palabra lo que significa “ganar” a este nivel. Para hallar el sentido de la palabra ganar y buscar ese ganar en mi vida, en mi día a día y con la gente con la que convivo en el mundo, es necesario que tome conciencia de cuáles son mis valores. Puede parecer algo absurdo puesto que solemos creer que conocemos cuáles son nuestros valores, pero lo cierto es que para llegar a conocer nuestros valores (como vimos en un artículo de hace algunas semanas sobre el iceberg neurológico) debemos conocernos en profundidad. Y, aunque nos pese, hemos de tener en cuenta que la mayoría de las personas vive sin saber quién es, ni qué siente.
Por tanto, cuando me observo, indago en mí y me conozco, puedo conocer mis valores y, entonces, sé que ellos están alineados con el sentido profundo de la palabra ganar. A partir de esa autoconciencia, puedo establecer compromisos verdaderos conmigo y con otras personas. Y ¿esto para qué es importante? Para llegar a conectar de verdad con ese yo gano, pero tú también ganas. Si no soy capaz de comprometerme conmigo y con la otra persona, habrá desconfianza por ambas partes y será fácil distraerse y elegir cualquier opción que no sea ganar-ganar (en inglés, win-win).
Otra de las cosas a tener en cuenta es la consideración: cuando yo expreso mis sentimientos y mis convicciones no puedo ignorar los sentimientos y convicciones de la otra persona. Tiene que haber un sano y agradable equilibrio entre lo que yo siento y lo que la otra persona siente. Si prima lo que yo siento, no es ganar-ganar. Si prima lo que la otra persona siente sobre lo que yo siento, tampoco lo es. Más adelante os mostraré un esquema para clarificar esto.
La consecuencia directa de que exista consideración y equilibrio es la madurez, la madurez mental o emocional. Quiero decir que una persona que al expresar sus sentimientos y convicciones tiene en consideración los de la otra persona, es madura en este sentido y ello le acerca a una interacción basada en yo gano y tú ganas.
A esta altura de la explicación mi paciente me aportó un ejemplo muy interesante: “Creo que empiezo a entender. Lo que me quieres decir es que tengo que ser un Jedi, como en Star Wars. Es decir, tener su filosofía ante la vida y comportarme con el respeto que yo, como Jedi, y la otra persona, sea quien sea, se merece”. Para quien haya seguido la saga de “La guerra de las galaxias” será fácil entender que existe una gran relación entre lo que le expliqué a él y el ejemplo que se le ocurrió. Así es que me pareció perfecto para tenerlo como señal, como recordatorio de ese ganar-ganar.
La confusión aparece a la hora de comprender que se puede ser amoroso o amorosa y firme. Solemos interpretar que si eres firme no estás siendo amorosa/o, pero es un error. Cuando existe un conflicto (una situación de desacuerdo o, incluso, un problema entre dos personas) de tener esa consideración (ese amor por mí y por la otra persona) pero si me quieren “avasallar” tengo que ser firme. Es lo que, en muchos manuales que tratan sobre esto, se llama tener coraje (confianza en uno/a mismo/a). Que exista un equilibrio saludable entre consideración y coraje. O como yo lo llamo, entre ser amorosa/o y firme. Y de nuevo aparece el sentido de la madurez y de la credibilidad: cuando además de tener consideración por la otra persona, muestro confianza en mí (ser firme), no hay posibilidad para que duden de mí. Lo que facilita, tanto por mi parte, como por la de la otra persona, que nos centremos en el tema a tratar y no en las personas: dejamos de irnos por las ramas y buscar culpables, para centrarnos en solucionar la cuestión que nos atañe.
O lo que es lo mismo, dejar de plantearse qué lado de la fuerza (siguiendo con la metáfora de Star Wars) es el mejor y centrarse en analizar la fuerza en su conjunto, con sus luces y sus sombras. Me explico: sería dejar de barajar la opción 1, la del Jedi, la del lado positivo de la fuerza; dejar barajar también la opción 2, la de Dark Vader, la del lado oscuro de la fuerza; y centrarse, ambos, en la opción 3, en la que confluyen sus propuestas, que en este caso sería el equilibrio de la fuerza. En un ejemplo más básico, dejar la opción 1, playa, y la opción 2, montaña, y buscar una solución intermedia que hagan que las vacaciones sean un disfrute y un descanso para ambas partes. Y esto no hará que a mí me deje de gustar la playa y a ti te deje de gustar la montaña, sino que eliminará la porquería, la negatividad y el rencor que se había depositado previamente y que había originado un problema. Abre la puerta a la cooperación, a la colaboración, pero desde un punto de vista asertivo.
Y si la opción de yogano-túganas es la colaborativa y asertiva, ¿cuáles son las opciones con las que se fastidian las interacciones? Hay tres tipos:
- Yogano-Túpierdes:corresponde al estilo autoritario. Por ejemplo, cuando digo “se hará lo que yo diga y punto”. Estoy ganando, pero te hago perder a ti. En este caso, se entiende que yo tengo algún tipo de poder sobre ti o mayor que el tuyo. O también usando cualquier artimaña (como el chantaje emocional o las amenazas).
- Yopierdo-Túganas:que corresponde con el estilo de comunicación o de interacción complaciente, en el que yo permito que tú te salgas con la tuya aunque yo pierda. Nos puede pasar cuando tenemos miedo o nos sentimos débiles, por ejemplo. (NOTA: cuando digo “por ejemplo” quiero decir que hay más casos que no incluyo aquí porque entonces tendría que escribir una enciclopedia).
- Yopierdo-Túpierdes: que tiene dos vertientes. Una es ser “evitativo/a”, no afrontar el problema. Cuando yo evito por todos los medios resolver un conflicto contigo, pierdo yo, que me sigo sintiendo mal y pierdes tú porque el conflicto te seguirá afectando a ti. Y la otra sería la “kamikaze” (“aunque sepa que voy a salir perdiendo yo también, hago tal o cual cosa para que pierdas tú también).
Queda claro que integrar en nuestras vidas el ganar-ganar es lo más positivo a corto, medio y largo plazo. Aporta seguridad, confianza y amor en las relaciones, en las interacciones. Y, sobre todo, aumenta mi madurez emocional y mi autoestima.