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La crisis provocada por el Covid-19 ha tenido daños colaterales, como suele ocurrir en este tipo de casos. Me refiero, concretamente, al repunte del discurso neomachista y a los ataques que, desde la extrema derecha, el neoliberalismo y el sistema patriarcal en general, estamos viviendo.
A través de comentarios, bulos y fake news que se hacen virales en redes sociales gracias a bots y a personas que legitiman esos discursos neomachistas, se está tratando de deslegitimar la lucha feminista contra las violencias que sufren las mujeres y que, precisamente, va en aumento por varios motivos que comentaré a continuación.
Partimos de la base de que el Modelo Masculino Tradicional Patriarcal (MMTP), tal y como lo denomina Erick Pescador (sociólogo español especialista en género, masculinidades y prevención de violencia de género), o el Macho Alfa o Macho Ibérico como lo llamo yo, se caracteriza, entre otras cosas, por negar lo femenino (incluyendo restar valor a todo lo relacionado con los cuidados de personas y del hogar) y por usar la violencia para ostentar el poder y mantener el control.
Entendiendo que la actual pandemia obliga al encierro de la ciudadanía, podemos inferir que este tipo de hombres, que se sienten dueños y señores del espacio público, están viviendo el confinamiento (o la cuarentena) como una situación de pérdida de control y, en definitiva, de inestabilidad personal. Vamos que su ego se echa a temblar. Así, a medida que pasan los días, esa masculinidad frágil se siente peor y comienza a crispar el ambiente tanto en sus hogares como a través de internet, medios de comunicación y redes sociales.
Pensemos que estamos ante una masculinidad que ha sido educada, como señala Pescador, en la infalibilidad (en no cometer errores), por tanto, cuando se ven recluidos en sus hogares, en un entorno que no dominan, donde no saben hacer casi nada y teniendo en cuenta que asocian los cuidados a lo femenino (y no dan valor ni a lo uno ni a lo otro), su frustración aumenta derivando en un caldo de cultivo perfecto para la violencia.
¿Por qué digo esto? Pues porque, como señala Miguel Lorente (médico forense experto en violencia de género), la violencia machista encuentra su espacio en lo privado, en lo doméstico. De ahí que, para las mujeres que sufren violencia de género y para sus hijos e hijas, estar en situación de confinamiento con sus agresores suponga estar en una cárcel peligrosa.
Es más, es algo que las y los profesionales que trabajamos en violencia de género llevamos viendo a lo largo de los años: son los periodos vacacionales o festivos, como Navidad, Semana Santa, Vacaciones de Verano… los periodos en que más tiempo pasa la familia junta, en los que más tiempo pasa el agresor junto a la víctima, en los que aumenta el riesgo de sufrir agresiones.
Recientemente, señalaba en El País que “durante el tiempo de confinamiento la violencia va a aumentar como mecanismo de control de los agresores. Me preocupa que se esté acumulando la violencia y que, cuando las mujeres perciban que pueden salir, se produzca un incremento de homicidios”. ¿Por qué lo dice? Porque que las mujeres puedan salir a hacer tal o cual cosa, será vivido por ellos como una perdida de control (al menos como una perdida del control que habían asumido durante el confinamiento).
Pero no sólo estamos hablamos de violencia de género en cuanto a micromachismos, violencia psicológica, violencia ambiental, violencia digital, violencia económica o violencia física, sino que también hay un repunte de la violencia sexual. ¿A qué se debe? A que este tipo de hombres están pasando más tiempo en casa que antes.
Quienes nos luchamos contras las violencias machistas, sabemos que existe un mito muy extendido sobre la violencia sexual que apunta a que ésta sólo ocurre en la calle o en el trabajo por parte de desconocidos o en manadas.
De hecho, este mito culpabiliza a las víctimas de agresiones sexuales de ocupar espacios públicos que, según la socialización que hemos recibido en esta sociedad patriarcal, no corresponden con el rol asignado para ellas, que las relegaría a lo doméstico, a lo privado. Dicho de otra forma: que el sistema (y este mito en concreto) dice que a la mujer que está en «su casa», eso no le pasa.
Tomemos aire un momento, antes de proceder al consiguiente y científico (porque esto no es una opinión) desmentido de este mito tan dañino, sobre todo con la que está cayendo:
- Existen abundantes estudios e investigaciones oficiales, tanto nacionales como internacionales, que apuntan a que más del 90% de las agresiones sexuales que sufren las mujeres ocurren en lo privado, en lo doméstico, en casa.
- Y, además, no son cometidas por desconocidos que pasaban por allí, sino que los agresores son sus maridos, sus novios, sus exparejas o cualquier otro hombre conocido de la familia.
Teniendo en cuenta esto, podemos imaginar lo que están viviendo muchas mujeres en sus hogares en estos momentos.
Pero no sólo eso, sino que tanto la presencia extendida de ese mito en la sociedad, como todos los mitos que existen alrededor del amor y sobre la sexualidad, provocan que éste sea uno de los delitos menos denunciados. Es decir, la mayoría no se denuncian, ya sea porque las mujeres tienen unas creencias que las llevan a confundir tener una obligación con su marido con una violación (lo que sería un falso consentimiento); o bien, por miedo, sobre todo cuando han recibido amenazas o temen consecuencias peores (hablaríamos de coacciones).
Es por esto que, el pasado 6 de abril, António Guterres, Secretario General de la ONU, pidió a todas las naciones que tomasen medidas más fuertes para combatir el repunte de violencia de género mientras se mantenga el confinamiento o la cuarentena por Coronavirus: “hagan de la prevención de la violencia contra las mujeres una parte clave de su respuesta nacional al Covid-19, pues para muchas mujeres y niñas, la amenaza persiste donde deberían estar más seguras: en sus propias casas”.
Vayamos a la parte más árida: las cifras. Si consultamos los datos aportados por el Ministerio de Igualdad, tras la aprobación del Real Decreto 463/2020, en el periodo comprendido entre el 14 y el 29 de marzo, podemos comprobar que:
Las llamadas al 016 se han incrementado un 18,21% en relación al mismo periodo del mes anterior y un 12,43% en relación al mismo periodo del 2019. Lo que supone un aumento del 10,52%.
- Por su parte, las consultas online del 016 (un servicio menos usado) en el mismo periodo, se han incrementado un 286,3%, en relación al mismo periodo del mes anterior y un 269,57% en relación al mismo periodo del año anterior. Lo que supone un aumento del 182,93%.
- Sin olvidar el servicio de atención psicológica y emocional vía WhatsApp de reciente creación, que cuenta con psicólogas expertas en violencia de género, que registró 168 consultas pertinentes entre el 21 y el 29 de marzo.
Obviamente, seguimos en Estado de Alarma y, por tanto, estos no son los datos definitivos: ésos se publicarán en el boletín estadístico de la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género llegado el momento. Pero si echamos la mirada a Andalucía, tal y como se recoge en la web de la Consejería de Igualdad, Políticas Sociales y Conciliación de la Junta de Andalucía, desde el 13 de marzo hasta el 1 de abril, un total de 23 mujeres y 25 menores a su cargo, víctimas de violencia de género (48 personas en total) han ingresado en los recursos de acogida del IAM, siendo Sevilla la provincia que más solicitudes de acogida presentó (10 solicitudes), seguida de Málaga con 4. De las 23 solicitudes, el 93’75% de ellas se realizaron a través del teléfono andaluz de atención a las mujeres 900 200 999.
Sin embargo, según señala la directora del Instituto Andaluz de la Mujer (IAM), Laura Fernández, al contrario de lo que ha ocurrido con el 016, la Línea 900 ha tenido un descenso del 10’32% de consultas por violencia machista. Por su parte, la Dirección General de la Guardia Civil y la Policía Nacional han indicado, durante la misma semana de marzo, haber observado un descenso de los casos de violencia de género de un 40%. Pero, por otro lado, las mismas estadísticas apuntan a que ha habido un incremento del 11,11% de consultas, en el mismo periodo, realizadas por familiares y allegados a las víctimas, lo que supone un incremento con respecto a marzo de 2019.
Teniendo el planteamiento general de los datos durante las primeras semanas del Estado de Alarma en España y Andalucía, y sin olvidar todo lo que os he contado anteriormente en torno al control del agresor sobre la víctima, podemos entender que las mujeres que sufren violencia de género vean mermada la capacidad para denunciar o para comunicarse con los recursos, incluso para comunicarse con sus familiares. Esto iría en la línea de ese incremento del 11,11% de llamadas por parte de familiares y personas allegadas a las víctimas respecto a 2019.
Por otro lado, el descenso de llamadas recibidas tanto por la Línea 900 como por la Dirección General de la Guardia Civil y la Policía Nacional, pudiese ser explicado, además de por la dificultad de comunicación que viven la víctimas bajo el yugo del victimario, y de un modo más optimista, por el aumento de consultas al 016 como medio de información y de denuncia a raíz de la campaña lanzada por el Ministerio de Igualdad a través del Plan de Contingencia contra la Violencia de Género de carácter nacional. De hecho, recientemente ONU Mujeres se ha reunido con el Gobierno de España para informarse sobre el Plan de Contingencia contra la Violencia de Género como ejemplo de buena práctica.
Asimismo, podemos añadir, según consta en la Consejería de Igualdad, que la plataforma de asesoramiento jurídico online para mujeres víctimas de violencia de género, ha tenido un aumento considerable de consultas respecto del año anterior.
Si miramos fuera de nuestras fronteras, la situación de las mujeres que sufren violencia de género es muy similar (entiéndase, salvando las diferencias que pueden vivir las mujeres en países en vías de desarrollo).
- En Francia, ha habido un aumento del 30% de denuncias por violencia de género durante el confinamiento, de hecho, han tenido que habilitar hoteles para acoger a las víctimas.
- En México, se ha registrado un aumento del 60% de llamadas por violencia de género y un incremento de detenciones del 7’2%.
- En Colombia, la línea de atención y asesoramiento a mujeres víctimas de violencias machistas (la línea 155) ha recibido un 91% más de llamadas que en 2019.
Y éstos son sólo unos ejemplos… Porque, a pesar de todos los esfuerzos, organizaciones y colectivos feministas de todo el mundo, incluyendo la propia ONU, consideran que la ayuda no es suficiente para paliar la situación que están sufriendo las mujeres víctimas de violencia de género y sus hijos e hijas.
Entre otras cosas porque seguimos cayendo en un error muy común (incluso durante la pandemia) y es la insistencia en crear campañas de prevención de la violencia de género dirigidas a las mujeres para que denuncien. Pero, si queremos avanzar de verdad en este sentido, debemos dirigir las campañas a los hombres, para hablarles de la no violencia, de los buenos tratos, de otras formas de ser hombre, desmitificando ese modelo masculino tradicional patriarcal del que hablaba Pescador.
Tenemos, y debemos, hacer campañas dirigidas a que los hombres entendamos lo que ganamos con la igualdad y lo que perdemos sin ella. Campañas dirigidas a hacernos responsables de nuestros actos y a comprometernos de verdad con el cambio, porque si un hombre no tiene voluntad de cambiar, no lo hará, por mucha información que tenga.
Del mismo modo, sería importante retomar medidas que funcionaron en el pasado, como la línea telefónica creada por el primer Ministerio de Igualdad en España para la atención a hombres. Una línea en la que trabajaban 12 profesionales con formación específica para el puesto y que no era exclusiva para maltratadores, sino que estaba abierta a cualquier hombre y se utilizaba como herramienta de prevención y de análisis. Según cuenta Pescador, en apenas 9 meses, se recibieron más de 6.800 llamadas. Sin embargo, con el cambio de gobierno y la consecuente desaparición del Ministerio de Igualdad, la línea telefónica también desapareció.
¿Qué sentido tiene tener recursos dirigidos específicamente a los hombres como es el caso de esta línea telefónica?
Con el confinamiento muchos hombres se están viendo desbordados por la situación, por su pérdida de privilegios masculinos (como la libertad de circulación) y, teniendo en cuenta que tienen una mala y escasa gestión emocional, al final se ven superados por sentimientos como la frustración o la ira, que pueden convertirse en violencia sobre sus parejas, hijos e hijas, así como otros familiares que cohabitan con ellos.
Por todo ello, y respondiendo a la pregunta que hacía en el título de este post, sí que hay un repunte claro de violencias machistas. Y no sólo eso, sino que el repunte no sólo se prevé mientras dure el confinamiento, sino que se estima que se alargará mucho tiempo después como consecuencia de la crisis económica que esta crisis sanitaria tendrá y que, algunos organismos barajan, que tendrá como consecuencia más de 195 millones de parados en todo el mundo. Algo que, sabemos seguro, aumentará las tensiones en esos millones de hogares, aumentando el riesgo de sufrir violencia de género.
Así que, o actuamos desde ya, o mañana será tarde.