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Hace 25 años, en Eurovisión, Eva Santamaría cantaba “los hombres han confundido macho con machista” y he querido iniciar mi reflexión de hoy con esa frase.
Si ser hombre es ser más que una mujer, yo no soy hombre.
Si ser hombre significa humillar, vejar, someter o insultar a una mujer, yo no soy hombre.
Si ser hombre supone negar la realidad, negar toda la violencia que las niñas, las jóvenes y las mujeres sufren en nuestro día a día, yo no soy hombre.
He crecido en un entorno machista, como el de cualquier otro hombre de nuestra sociedad (pues la educación, la cultura y la socialización lo siguen siendo) pero, por h o por b, las injusticias sociales siempre me han revuelto el estómago. Y, de verdad, creo que no hay mayor injusticia que la que se ha cometido y se comete cada día con las mujeres. Lo vemos cada día en los medios de comunicación o en las redes sociales. Lo vemos cada día en las calles, a nuestro alrededor. Y, muchas veces, no hacemos nada, sobre todo, nosotros, los hombres.
Históricamente, han sido las mujeres quienes han luchado por revertir esto y vivir en un mundo más justo, igualitario, sostenible, un mundo equilibrado en el que todas y todos tengan el derecho de ser. Sin embargo, nuestra resistencia también ha sido histórica.
¿Dónde está el compromiso de los hombres?
Nos llenamos la boca defendiendo miles de causas y, a pesar de eso, seguimos impasibles ante la más básica de todas. Hemos minimizado, negado, acusado de exagerar, etc. a las mujeres en cada una de esas causas. Y lo que en realidad teníamos que haber hecho y, hoy en día y en el futuro debemos hacer, es denunciarlas, visibilizarlas, condenarlas y luchar por prevenirlas y erradicarlas.
2018 pasará a la historia por la revolución feminista que hemos vivido. Millones de mujeres en todo el mundo, unidas, luchando una vez más contra el Patriarcado. Y muchos hombres. Menos de los que deberían, menos de los que se necesitan, pero no por ello un número poco importante.
Aún así, hace tiempo entendí que, este tipo de manifestaciones o expresiones, no deben limitarse a un día señalado al año, sino que deben vivirse 365 días al año. No sólo es que yo me esfuerce por deconstruir la masculinidad tradicional que me han inoculado, mi masculinidad, sino que es obligación de todos los hombres que “despertamos” señalar a otros hombres su machismo, sus actitudes erróneas, sus micromachismos, sus violencias. Y hacer ver que no podemos seguir así.
Y ya basta del mensaje edulcorado de que los hombres ganamos con la igualdad, que es totalmente cierto. No debemos cambiar porque ganamos con la igualdad, sino porque más de la mitad de la población pierde por la desigualdad que impera. Este mensaje me da tanto miedo como cuando se aplaude a la feminista que «habla bajito» que «no grita», como si sólo se permitiese a las mujeres luchar así.
Aún nos duele reconocer la verdad como sociedad y como hombres. Por eso ha molestado tanto la campaña del Gobierno de Cantabria «Soy tu machismo». Por eso molestan y sigue molestando las cifras de mujeres asesinadas a manos de sus parejas o exparejas en España cada año.
Las mujeres ya han hecho y hacen su revolución. ¿Y nosotros? ¿Para cuándo nuestra revolución? Para cuándo ese movimiento generalizado de hombres que cambian la realidad de sus sociedades, luchando contra la discriminación y la violencia sobre las mujeres.
La Fundación CEPAIM ha creado el movimiento #Soy365 aludiendo precisamente a esa necesidad de que los hombres despertemos y luchemos contra la desigualdad y la violencia cada día del año. Quienes me conocéis sabéis que mi compromiso es diario. Pero me sumé a esa campaña y pienso seguir así. Espero que cada vez seamos más hombres quienes dejemos de reírnos con chistes machistas, que desaprobemos a quienes acosan por la calle, quienes corrijamos a aquellos hombres que humillan, controlan o limitan la libertad de sus parejas, quienes cambiemos de canal cuando vemos a machos ibéricos haciendo más de lo mismo y quienes denunciemos a quienes agreden, de cualquier forma, a sus parejas.
Comparte este texto con todos aquellos hombres comprometidos que conozcas y con aquellos en los que quieras despertar esa conciencia de justicia social. Entre todas y todos, podremos cambiar esta cruda realidad.
Yo… me comprometo.