Tiempo estimado de lectura: 5 minutos. Incluye vídeos.
Este fin de semana he estado con amistades que hace tiempo que no veía, haciendo un poquito de todo: cumpleaños, cultura, paseos, barecitos… y, sobre todo, hablamos de muchas cosas.
Anoche cuando llegué a casa, no podía dormir. Y me puse a pensar en estos días, en las reflexiones que hicimos, en cómo vemos el mundo, en lo que nos parecemos, en lo que nos diferenciamos… Y me vino una idea para escribir este post.
¿Te has preguntado alguna vez si estás viviendo la vida que deseas?
Tómate unos minutos para pensar en profundidad en todo lo que esta pregunta significa. Yo también me lo planteé anoche y antes de escribirte hoy, incluso me levanté de la cama para anotar un par de ideas en mi cuaderno.
Creo que este mundo nos hace vivir la vida totalmente desconectados de nuestra verdadera esencia. O, dicho de otro modo, resulta muy difícil vivir conectado con nuestro ser y dejarnos llevar por la vida que el sistema dice que debemos vivir.
No es que esté de moda cultivarse emocionalmente o espiritualmente, es que es absolutamente necesario para no “enfermar”. Sí, enfermar. Dejar de sentirse una/o misma/o, no tener ganas de ver a nadie, ni siquiera de vivir… Y ¿eso en qué puede derivar a nivel psicológico? En estrés, problemas para relacionarse, depresión, ansiedad, soledad, ideas suicidas…
Por eso os insisto tanto (y me insisto a mí mismo) en mantenerme en un estado de reconexión constante. El problema, a priori, no está en que el mundo o la vida, o como lo queramos llamar, nos saque de nuestro “centro”, de nuestro equilibrio. Sino que se nos olvide que esto puede ocurrir y que debemos mantener un nivel de “alerta” (en el sentido más noble y bello de la palabra) para darnos cuenta de que hemos perdido nuestro equilibrio y poder volver, con amabilidad a él.
¡Guau! Casi nada, ¿verdad? Se hace necesario para un instante para comprender toda la información que subyace en el párrafo anterior.
Lo que quiero decir es que, a veces, se nos olvida vivir de manera consciente. Se nos olvida que sólo tenemos el momento presente. Y nos perdemos en el pasado, en el futuro o en lo ajeno. Parar, cerrar los ojos y tomar una respiración profunda. Reconectar contigo misma/o. Y entonces mirar alrededor con atención plena, para tomar conciencia de lo que está ocurriendo en ese preciso momento. Para observarme, siempre con amabilidad. ¿Estoy o no estoy presente? ¿Qué siento en este instante? ¿Qué pensamientos he observado que estaba teniendo? ¿Qué estoy haciendo?
En definitiva, unos hábitos saludables que el budismo viene practicando desde hace miles de años y que han llegado a nuestros días y a nuestra sociedad traducidos en el mindfulness (estar presente, aquí y ahora, con atención y conciencia plenas).
¿Esa es la solución? No, esa es la herramienta que te ayudará a resolver cualquier situación que se atraviese en tu vida. Te ayudará a tomar conciencia de qué cosas eres responsable y de qué no. Te permitirá entender que no hay una conspiración kármica contra ti, sino que muchas cosas que te ocurren tienen mucho que ver con tus decisiones o tus acciones. Y las que ocurren, que no tienen que ver con tu comportamiento, seguro se ven influenciadas por él.
Si aprendes a vivir en conexión con tu ser, con tu esencia, podrás resolver cualquier situación, como ya te dije, pero además podrás evitar muchas otras. Y eso, no tiene precio.
Recuerda que esto es algo que debe aprender todo el mundo, incluido yo. Y muchas veces, necesitaremos ayuda profesional externa para conseguirlo. No importa, se busca y se trabaja. Pero cuando adquieras esas herramientas, quizás no sea necesaria la pregunta que te hacía antes:
¿Te has preguntado alguna vez si estás viviendo la vida que deseas?
Te animo a coger un cuaderno y a escribir esta pregunta en una hoja, y permitirte reflexionar unos minutos, durante varios días, sobre ella. Y escribir en tu libreta tus reflexiones. Tómalo como un final de etapa y una preparación para la etapa siguiente, como en una competición deportiva.
¿Tienes el trabajo que quisieras? ¿Te sientes satisfecha con tu vida? Si dedicas tu vida a tu hogar y a tu familia, ¿es realmente lo que quieres o has sacrificado sueños e ilusiones para hacerlo? A veces se nos olvida que el amor (sea de pareja, de familia, de amistades…) no es incompatible con hacer aquello que te llene, te haga feliz… no es incompatible con soñar y conseguir tus sueños… No todo es dinero o tiempo, a veces fallamos en lo elemental. Ponemos excusas. O nos convencemos de que estamos felices así. En mi vida, he visto a personas enfermar emocionalmente (incluido yo) por no darse cuenta de que no estaban viviendo la vida que quisieran vivir, por negar quienes son y quienes quieren ser. Enfermar por aguantar, por soportar, por resignarse. Enfermar a base de sacrificios por su pareja, por su madre y su padre, por sus hermanas y hermanos, por sus hijas e hijos, por el mundo en general. Enfermar por abandonar aquello que quieren hacer para contentar a otras personas o para no perderlas, para no verse solas: cambiando la luz por una relación que sólo les da oscuridad.
No tienes que sentirte identificada/o con nada de esto. O tal vez sí. Pero lo que te propongo es parar, reflexionar y revisar tu plan de viaje. Si todo está bien, perfecto. Si tienes que hacer modificaciones, perfecto. Si sientes que todo está mal pero necesitas ayuda, perfecto. Observes lo que observes, no juzgues. Vuelve a tu centro, con o sin ayuda profesional, y continúa tu viaje.