Tiempo estimado de lectura: 4 minutos. Incluye vídeo.
Ya hablamos en el último post sobre los buenos propósitos para cambiar nuestra vida y uno de los más escuchados estos días es “quererme más” (tener más autoestima). Pero, ¿realmente todo el mundo sabe lo que quiere cuando pide eso?
Uno de los errores fundamentales a la hora de querer tener más autoestima es pensar que la autoestima es la ausencia de malestar y/o dolor. No tiene nada que ver. Como todo en la vida, hay luces y sombras y hay que aprender a vivirlas. No se puede rechazar o eliminar los malos momentos, los malos pensamientos o la infelicidad. Forma parte de la vida, como lo forman los buenos momentos, los buenos pensamientos o la felicidad. Pero tratar de rechazarlos, sí que puede tener consecuencias negativas para nosotras/os, pues recuerda que “todo lo que se resiste, persiste”. Cuanta más energía apliques contra esas cosas “malas”, más tiempo permanecerán. Digamos, por tanto, que nada tienen que ver una autoestima alta con vivir en un nirvana permanente en el que no existe el sufrimiento o el dolor. Lo que sí podemos hacer para sufrir menos son dos cosas:
- La primera es aceptar y comprender esos momentos malos, y los pongo en mayúsculas porque requieren una atención consciente por mi parte, sino no podré aceptarlos de verdad, y no llegaré a una verdadera comprensión. No son enemigos, son señales y te están avisando de algo. Algo de lo que te tienes que dar cuenta, tomar conciencia. Y mientras sigan ahí, significará que no tomaste conciencia, pues cuando el ser humano comprende sabe lo que quiere hacer y lo hace, desde la aceptación que gracias a ese mal momento, a esos malos pensamientos o a esa infelicidad, fue capaz de ver la luz.
- La segunda tiene que ver con una frase que usamos mucho en consulta y en los talleres, y que está muy relacionada con el punto anterior: “donde pones tu atención, va tu energía”. No todo en la vida es dolor, sufrimiento, tristeza o ansiedad. La vida está llena, llenísima de luces y sombras, pero cuando no aceptamos, cuando no comprendemos, resulta fácil caer en una manía constante de mirar (poner toma mi atención) en las sombras, y sufrir. Una forma de no dejarnos arrastrar es saber dirigir nuestra atención hacia otros sitios, hacia la luz.
Si estás muy sumida en el dolor o en la tristeza, seguramente en este punto estarás pensando que es muy fácil decirlo, o preguntar desesperadamente que eso cómo se hace. Observa, observa de verdad. Abre la mente y el corazón. Dirige tu atención a verte a ti en esa situación. A tratar de entender qué sentido tiene ello para ti. Posiblemente, necesites ayuda externa para guiarte hacia esa comprensión. Si es así, no dudes en buscarla. Muchas veces estamos tan sumergidas/os en nuestra rutina de dolor que no somos capaces de entender, de comprender.
Es aquí cuando podemos vislumbrar que la confusión de “autoestima alta es igual a felicidad constante” nace de la ceguera que nos produce el dolor o el sufrimiento. La aceptación y la comprensión serían el abrir los ojos, dejar caer la venda. Pero para ello, primero, debemos conocernos, conocernos en el más amplio y profundo de los sentidos, y amar aquello que somos, amarnos incondicionalmente. Eso quiere decir sin juicio, sin rechazo, sin odio. Pues somos parte del Universo, de la Tierra, de la vida… y eso es maravilloso. Debemos amarnos por el simple hecho de SER. Porque valemos sólo por el hecho de SER. Sólo entonces podrás mirarte con amabilidad cuando te “observas” actuando con tu máscara. O cuando te adviertes juzgándote o juzgando a los demás. O cuando te descubres mirando al pasado, ya sea con rabia, con tristeza o con nostalgia, y olvidando vivir el momento, el momento presente, éste regalo que es la vida.
Y la autoestima tiene que ver con eso, con cómo YO me quiero. Nada ni nadie pueden subirte la autoestima. Y si hubiese una persona que puede hacerlo, ésa serías tú. Y eso, en lugar de resultar angustioso (porque nadie ni nada de fuera puede solucionarme la papeleta), resulta ser el descubrimiento más maravilloso: depende de mí. Mi vida depende de mí. Y cómo vivirla, también. Sólo tengo que descubrirme, observarme y conocerme. Con mis luces y mis sombras. Aceptarme tal cual soy. Y entonces llegará la comprensión que generará una revolución en mi vida. En este vídeo, te explico un poco más al respecto.
Y esto, no ocurre de la noche a la mañana. Y esto, no implica la ausencia de malestar o dolor. Y esto, le pasa a todo el mundo. Y esto, sólo depende de ti.
¡Buen camino!