Habrás reconocido el título de esta entrada de blog, la famosa frase de W. Shakespeare: “To be or not to be”, es decir, “ser o no ser”. Esa parece ser la duda más común de la sociedad actual, debatirse entre vivir en la autenticidad o vivir una mentira y ser como los demás quieren que seamos. Ni que decir tiene que en nuestra opinión la única solución sana posible es ser, puesto que, si tratamos de contentar a todo el mundo, viviremos entre la ansiedad, la tristeza, la desesperación y la frustración.
Por mi experiencia como psicólogo, pero también por mi experiencia personal, sé que tratar de ser lo que el mundo quiere que yo sea (es decir, lo que el mundo “espera” que yo sea o lo que “cree” saber sobre quién soy yo) supone una bajada de autoestima abismal, un empeoramiento del estado de ánimo y un perjuicio para nuestro presente y, por ende, para nuestro futuro.
Pero, como dijo Jack “el destripador”, “vayamos por partes”. Vamos a comenzar aclarando cuáles suelen ser los motivos más comunes que tiene una persona para dejar de ser ella misma y tratar, a toda costa, de ser lo que los demás esperan.
- El primer motivo, sin duda, es a su vez una consecuencia de no ser un@ mism@. Nos referimos a tener una baja autoestima. Los elementos básicos de la autoestima son el autoconcepto (cómo me veo como persona) y la autoimagen (cómo me veo físicamente). Cuando nuestra valoración en ambas parcelas es negativa, el amor hacia nosotros/as mismos/as se ve alterado a la baja: no nos queremos adecuadamente. Eso nos hace dudar y nos dejamos guiar por lo que dicen los demás. Elegimos ser lo que los demás esperan de nosotros como camino fácil a la vida cotidiana, sin pensar en las consecuencias que esta actitud de vida tendrá para nosotr@s.
- Cuando por diferentes motivos nuestra autoestima se ha visto afectada, es muy común que tendamos a llenarnos de “amor” venido de fuera, es decir, llenarnos de “heteroestima” (el amor que nos tienen los demás). En el caso de no tomar conciencia de que estamos haciendo esto, corremos el riesgo de crearnos una dependencia emocional(o sea, adicción) a esas personas, de forma que haremos casi cualquier cosa para que nos sigan queriendo y llenándonos de “amor”. Pero es un error de base ya que la heteroestima (amor de los demás) jamás puede ocupar el lugar reservado para la autoestima (amor propio).
- Nula o mala toma de decisiones. Cuando esta capacidad no está desarrollada o, por distintos motivos, se ha visto afectada, la persona (que puede presentar además una autoestima afectada) no se siente segura y prefiere dejarse guiar por otras personas. Esto puede tener otras motivaciones encubiertas o consecuencias: una de ellas es que si tomo mis decisiones dejándome guiar por los demás, no tengo que responsabilizarme de ellas si me equivoco; pero no pensamos en que tampoco nos sentiremos empoderad@s en el caso de que acertamos en dichas decisiones.
- Sobreprotección en la infancia. Cuando somos peques y nuestro padre y/o nuestra madre nos sobreprotegen (o cualquier otra figura de apego) nos limitan y nos “obligan” a ser cómo ell@s esperan o quieren que seamos. Cuando crecemos, si no tenemos a esas figura de apego que nos castraron emocionalmente en las primeras etapas de nuestra vida, buscamos a otras personas para que sigan ejerciendo ese mismo control o guía sobre nosotr@s, ya que nos da pánico lo desconocido y equivocarnos y tener que ser responsables de esos errores.
- El tan traído y llevado miedoes otro de los motivos para no ser uno mismo. No tiene porqué ser el miedo al qué pasará o a lo desconocido, también nos referimos al miedo a no ser aceptados o queridos y al miedo a brillar o tener éxito. Todos esos miedos (y aquellos que particularmente puedas estar sintiendo) tienen como efecto paralizarnos, dejar de ser. El miedo es la única emoción del ser humano que nos paraliza y, por ello, preferimos dejar de ser (a priori es menos doloroso).
Sea como fuere, dejar de ser no es una opción que lleve a la felicidad, a la autorrealización o a vivir una vida de calidad. El primer paso para cambiar y comenzar a SER, es hacer una profunda toma de conciencia sobre quiénes somos realmente y cuáles son nuestros pensamientos, ideas, valores, cualidades, etc. Si me conozco, desaparece el miedo a la temblorosa pregunta de “¿qué pasará si…?”. Recuerdo una imagen de Facebook que decía: “El pájaro que está sobre la rama del árbol, no tiene miedo de que la rama se rompa, ya que confía en el poder de sus alas”. Ese conocimiento de sí mismo, conlleva confianza y seguridad. Y a su vez, nos permite Ser.
Después de darse cuenta de lo que estamos haciendo y de pasar por un profundo proceso de introspección para llegar a conocernos adecuadamente, debemos potenciar las partes de nosotros que nos gustan y aceptar las que no nos gustan. Hablamos de aceptación puesto que es la única forma de llegar a cambiar aquellas cositas que no nos gustan o que nos gustaría que fuesen de otra manera.
Cuando nos conocemos, gestionamos mejor nuestras emociones, y podemos relacionarnos con el mundo en igualdad, sin miedos, sin juicios. Podríamos decir que estamos adecuadamente autorregulados y autogestionados. Es entonces cuando Ser, no supone una carga, una condena o un miedo.
Si necesitas apoyo, puedes buscar ayuda profesional, pero recuerda que el camino sólo podrás hacerlo tú. Tú puedes. Si yo puedo, tú puedes. Si solo una persona en el mundo pudiese, los demás también. Confía en ti